Todos en Couronne conocen la gesta de Agravain de la capilla del Grial de Beaumarchais, vencedor del Torneo de Quenelles y protector del cáliz de Athel Loren. Su gran hazaña le permitió ser nombrado Caballero del Grial, bebió del cáliz de la Dama del Lago y recorrió el mundo ayudando a su patria contra el enemigo, liberando al oprimido y la llevo a conquistar grandes tesoros. Cansado de la vida errante y habiendo acumulado una gran fortuna ocupó un puesto de mando bajo la soberanía de Louen Leoncoeur, en Couronne. Durante los primeros años fue reverenciado y su opinión era escuchada y alabada, pero las audiencias y plenos se le hicieron pesados, el matrimonio tedioso y la inactividad de la batalla se cebó en él. Comenzó a festejar las victorias de manera desmesurada, las derrotas fueron igualmente ahogadas en vino, del alcohol pasó a las rameras y de allí a frecuentar los bajos fondos. Agravain el héroe nunca hubiera acabado de esta manera pero aquel ya no existía. Su opinión dejó de ser escuchada en la Corte, la armadura ya no le cerraba, su espada se había oxidado, su mujer le detestaba y noche tras noche acababa ebrio. Fue expulsado del Consejo Real y abandonado por su mujer, humillado cogió sus riquezas y se estableció en la joven ciudad de Paris.
Allí siguió con sus excesos… era famoso por agotar el vino de las mejores tabernas, por llevarse a las mejores muchachas y muchachos y por apostar sobre cualquier tema; Por las mañanas se despertaba en su camastro rodeado de elfas, guerreras de Kislev, hermanas de Sigmar, sacerdotes de Ulric e incluso a veces halflings y enanos, el dinero y la depravación todo lo puede, una mañana se despertó especialmente mal, la resaca había secado por completo su boca, y apenas podía abrir los ojos, a duras penas consiguió abrir el ojo izquierdo y atisbó algo verde acurrucado al lado suyo, se levantó de la cama como alma que lleva el diablo ¡aquello era un goblin! Vomitó cuanto había en su estómago y sacando su espada medio oxidada de la funda acabó con la vida de aquel ser miserable; Mientras se daba asco a sí mismo comenzó a recoger todos las pertenencias de aquel vil ser y entre ellas descubrió un pergamino con su propio sello en el que se comprometía a pagar una inmesa fortuna durante los próximos tres años para llevar a la gloria a un equipo de aquel juego tan extraño venido de tierras bárbaras, Blood Bowl, el equipo era Paris Saint-Goblinain.
¡Precisamente ahora que el Conde Hollande había subido los impuestos a las fortunas como la suya! Se reunió con su abogado para tratar de librarse de tan penoso acuerdo pero parecía que era imposible, apesadumbrado se dirigió al campo de entrenamiento. El campo estaba enfangado, las gradas roñosas y abandonadas, un troll se había comido a todos los goblins del equipo y el otro se había marchado a la guerra, el equipo era una pena. Con dolor de su alma abrió su saco y depósito la cantidad convenida. Con su antigua espada forjaron una sierra mecánica que acabó en manos de un goblin sádico llamado Zlatik Ibrahimovik, luego vino aquel goblin loco con su bola de acero, varios goblins más… cada día venían nuevos pues varios morían entrenando, la verdad que aquel juego tenía su gracia, era parecido a las justas de caballero, bueno, más bien lo contrario pero le divertía, poco a poco fue creciendo la fama del equipo, lo que no conseguían en el campo lo conseguían con trucos arteros y sobornos, en el tercer y último año de su contrato lo inscribió en una liga remota jugada en Estalia, la liga Atalaya, si el equipo lograba destacar quizá siguiera derrochando dinero en él, sino, bueno… tenía que conocer a las mujeres y el vino estaliano….