El bosque siempre ha tranquilizado su alma. La noche fría y húmeda permitía que el aliento se viera el vaho a través de la suave tela élfica que le cubría la boca. La luz de la luna llena bañaba la cara de Cilboro reflejando sus finas facciones élficas.
Hacia lustros que el Lord de su ciudad natal había mandado a su compañía a la profundidad del viejo mundo. Durante todos esos años habían reclutado a varios elfos para unirse a su compañía pues todas las misiones de rastreadores que habían estado realizando como mercenarios para los humanos habían reducido sus filas. Actualmente se encontraba con la ayuda de Egyon que le acompaño desde el principio dando apoyo a sus componentes gracias a su magia. Agtari se encontraba apoyado en un árbol afilando su espada y observando como los hermanos El´del y Gas´tormin compartían una ración de pan a cubierto debajo de un gran olmo.
La familia Anar, mercaderes élficos de Mariemburgo, les había contratado como exploradores para llevar a su hija y su marido humano junto a su pequeña guardia de camino a Athel Loren. No había pago pactado pero la familia Anar eran primos del lord que les había expulsado y habían jurado interceder por ellos. Por fin podrían ver a sus familias. Mientras Cilboro estaba en sus pensamientos noto que una nube negra cubría la luna y en el camino que llevaba a la pequeña zona boscosa donde su compañía esperaba a la caravana vieron el resplandor de unas llamas. El olor a sangre y fuego se hizo perceptible en ese mismo momento.
Todo el grupo corrió entre los arboles a la zona de las llamas prestos a luchar pero solo encontraron a todos los humanos muertos y ni rastro de la hija de la familia Anar.
El´del giro con su lanza el cuerpo de uno de los guardias dejando a la vista una rebanadora incrustada en su torso. No hacia falta ser un sombrío para ver que el rastro de sangre se dirigía hacia el Este. Y en esa dirección solo cabía un posible destino MORHEIM la ciudad maldita.