¿Qué hongoz hacemoz aquí?
El chamán trata de enfocar la mirada sobre el enorme caldero metálico que reposa sobre los rescoldos de una hoguera. Una espiral de humo asciende desde los tocones ennegrecidos, y se funde entre la densa niebla que lo cubre todo. Zanvi es incapaz de decir dónde está, pero la cabeza le retumba como si un troll de piedra le estuviera dando martillazos desde el interior de su pequeño cráneo.
Aquí y allá observa el movimiento de otros goblins que se levantan confusos y mojados, tras haber pasado la noche bajo la lluvia. Los restos de varias hogueras brillan borrosos entre la densa niebla, mientras las numerosas fuerzas del clan parecen tratar de recuperarse de los efectos de los hongoz y las setas que todavía flotan en los calderos.
¿Dónde eztamoz?
Pregunta un goblin cerca del chamán. La pregunta se repite aquí y allá, como un eco entre la niebla.
Pero no hay tiempo para respuestas. Aún con el constante martilleo de su cabeza, Zanvi es capaz de distinguir perfectamente el ruido de un ejército marchando a apenas un centenar de metros más allá, oculto entre la densa neblina que lo cubre todo.
¡Maldita zea! ¡Noz han cogido por zorpreza! ¡A la armaz Lunaz Malditaz! ¡¡A la armaz!!
Y todo el caos que podáis imaginas no basta para describir los siguientes minutos, mientras un ejército de goblins resacosos y confusos se aprestan a las armas, dispuestos a enfrentarse a lo que sea que les amenace al otro lado del muro de niebla...